Busco a mi príncipe azul

“... Y comieron perdices y fueron felices...” Me contaba mi abuela cuando yo creía en el Lobo Feroz y en sus piedras en el estomago. Admito que me daba impresión imaginarme al leñador cosiéndole la panza al lobo mientras Caperucita y la Abuelita, habiendo sido sacadas de adentro del lobo, estaban “enteras”. Jamás entendí como podían estar perfectas, ¿acaso el Lobo no las había masticado para tragarlas?.
Pero mucho no importo por años, siempre todo era “... Y colorín y colorado este cuento se ha acabado...”. Y me fui a dormir con la mente plagada de Cuentos. Hasta que me desperté 20 años mas tarde: CRASH BUNG BANG. Alguien me había roto el corazón.
Y entonces cruce la calle, fui al supermercado NORTE y compre “Perdices”. Pensé que tal vez comiendo perdices seriamos felices, así pasa en los Cuentos que me contaron. Me confundí: Él era vegetariano.
Corrí entonces a la verdulería. Compre un kilo de “Manzanas”. Me acorde del Cuento de Blanca Nieves. Lo invite a mi casa una tarde a comer manzanas con la intención de atragantarme con una y que el me salvara con un beso de cuento para ser felices para siempre. Comí cinco manzanas hasta que me atragante. Esperaba el momento exacto de mi salvación: su beso. Ya estaba fucsia. Ni me beso, llamó al SAME.
Y ahí me di cuenta que lo que quiero no existe: Quiero un “Príncipe azul” que no tenga pretensiones de “esposarme”, que no busque atarme a la pata de su caballo para arrastrarme. Que no quiera una boquita roja maquillada cuando la mía esta lavada. Que no quiera rulos cuando mi pelo es lacio, y que no quiera para mi un vestido de Cenicienta cuando quiero ser Princesa.
Hice fuego y queme todos los libros de Cuentos que encontré. Demasiada mentira creída: “El príncipe azul no existe”
Ahora veo Direct TV, uso Internet y ya no leo Cuentos... vivo en una casita en la pradera... “con 7 enanos”.