Darse cuenta

Hola que tal, me dijeron que este es el bar de los lamentos. Soy una mujer no muy bonita que viene por razones y males que le pesan. Intenté pero no encontré consuelo y ahora me escondo de la buena suerte porque ya no me parece mía, pero hay algo que me pesa: desde hace unas semanas que vengo en una buena racha y no logro disfrutar de nada porque estoy a la espera de la mala suerte. Miro alrededor de mi casa para verla llegar y le dejo la puerta abierta. Es el habito que quiero romper. Vio. Quiero saber si hay alguna cerveza para licuar posturas negativas. O algún trago que me borre las malas memorias. Tengo ganas de sentarme en la vereda de mi casa y poder sentir el aire como mío, enviciarme con mi buena suerte, enroscarme al día de hoy y verme bien, sentirme bien porque no hay mala suerte que me tome de repente por los talones. Quiero saber que esta bien que las cosas salgan bien. Sentir que cruzo de vereda y me pierdo en las calles pero viene la buena suerte tomada de la mano de mi sombra y cuando no hay sol sentada sobre mis pies.
Sí, sí, no soy una mujer muy bonita y tenía mala suerte. Dijeron que en este bar me podían curar el miedo que da no saber disfrutar de las buenas cosas que nos pasan. Me dieron esta dirección pero antes de la buena racha jamás conseguía llegar. Era la amante de la mala suerte, la que asintió como propio todo lo malo que le pasaba y cualquier cosa que le podría llegar a pesar lo proyectaba como malo. No se si fue la mala suerte que se aburrió de mi mala suerte o la buena suerte que me vio y me toco. Ando con suerte. Este pantalón me lo dio la suerte, estos zapatos son de la suerte, esta mochila esta cargada de buena suerte, pero me pasa que no la se disfrutar. Me dijo el señor de la barra que es por miedo. Cómo se saca el miedo que aveces la buena suerte trae?.
El cantinero respondió: El miedo no se saca, se pierde cuando se arriesga.

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