Del revés

No puedo entender este mundo del revés. Ya no tengo ganas de sobrevivir: "dame un vaso con agua y cerra la puerta. Voy a estar bien, no te preocupes". Cuando se aleja cinco metros se escucha el sonido de un tiro. "Pum", y se explota la cabeza. Esa tarde se licuó la ansiedad con un tiro.
La madre le llora, la novia también. El pibe ya no esta. "Se fue", lloró el padre mientras juntaba estampitas de San Cayetano, "El pibe se nos fue".
Y el pibe ya no esta. En el barrio lo vieron a las cinco de la mañana salir por la puerta de atrás vestido con traje y corbata, una mochila y monedas para el colectivo. Pateando las baldosas, el pelo peinado, el walkman y las manos en los bolsillos.
Calles frías, las manos rojas por golpear puertas, "Terminé el secundario, quiero estudiar bioquímica pero ando buscando trabajo de lo que venga. No causo problemas", estaba decidido. "Espere, le dejo mis datos por si cambia de opinión" y la puertas se cerraban por detrás. Cinco cerraduras, alarma.
Quien no se sentiría ajeno a la sociedad así?
Hacer colas, completar formularios. Después tomar un café por un peso cincuenta en algún lugar con calefacción. Salir a la calle para terminar con los clasificados. La sensación le pregunté : "Nunca suficiente, nada alcanza. Sabes una cosa, No puedo entender este mundo, está del revés". Pagó, juntó la mochila y con el diario en la mano salió de nuevo a la vereda, se fue por la peatonal Lavalle. Jamás miró atrás, había en el aire desde esa tarde el olor a la pólvora. Pum, se explotó la cabeza. El pibe se fue.

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