Obsesionada de mierda

Tenía ganas de obsesionarse con ella. Era una puta reventada flácida y blanca que le generaba pensamientos constantes sin motivo aparente: “que la puta se fue a La Bristol”, “que la puta anda con musculosa rosa” o “que la puta solo toma agua mineral”.
Y la puta estaba ahí a las ocho de la mañana cuando sonaba el despertador. Arrancaba la mañana cuando el sol se colaba a la habitación y como todos los días el primer pensamiento era la puta y su cuerpo flácido arriba de un gordo fofo con ganas de acabar. Hacia el baño hasta la pasta de dientes la volaba a la puta. Y se vestía pensando en ella, “¿qué mierda me importa esa puta de mierda?”. Y sin embargo le obsesionaba al punto tal de cortarle la garganta cuando se tragaba el café.
Salía al trabajo. Una hora de viaje comiéndose la cabeza: “maquillada cualquiera es puta... cualquiera puede ser puta.... puta más, puta menos... pero esta puta de mierda”. Se bajaba en la parada de Callao y caminaba un par de cuadras. Una vez relajada chequeaba los mails: “Y la hija de puta hasta me escriba... puta de mierda”. Y leía el mail dos veces para no perderse detalles: “Hola Linda, estoy en Mardel con él. Es un dulce. Me compró una musculosita rosa divina, es un santo. Y estoy a full con la dieta: solo aguita mineral”. Y pensaba... “puta de mierda.... así quien no mierda quiere ser puta”.

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