No un día cualquiera en la playa

Alfred Eisenstaedt
- Nunca me sentí más viva, dijo.

Unos minutos después se levantó algo de viento, esa brisa marina que sabe acariciar cuando el sol pega de frente. Ella dejó que la abrace y la sensación de estar viva se transformó en un escalofrío lleno de adrenalina que al final la invitó al mejor día de su vida.

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