Helena tenía sexo

Helena tenía sexo para evitar la luna llena estrellarse contra el suelo. Jugaba al amor que no le quedaba en el cuerpo, ni una pisca de lo que sintió. Ni la más remota cosquilla, ni el escalofrío más perdido, ni rastros de los orgasmos encantados que una vez se paseaban por su asfalto. Solo era sexo. Sexo seco sin saliva. No había besos ni caricias, solo sexo del resto de un amor que se cayó adentro de un cráter y del cual no volvió a saber. De eso hace ya muchas fuerzas por volver a remontar la luna. Y en el espejo de su mente no había nada de qué hablar solo sexo de un amor que se estrelló adentro de un cráter de una luna que no remontó. De una luna llena que se estrella contra el suelo mientras solo tiene sexo igual que cuando resuelve un crucigrama sola en la cama.


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