Las dos cajas de Clara

Alison Grippo
Su cabeza es extraña. Adentro tiene dos cajas, una es tonta y la otra no se sabe relajar. La primera quiere con locura pretender quererlo todo, quererlo con el corazón. Con cada bombeo, como querer porque la sangre se lo pide.

Desde adentro. Incluso aveces desde más adentro de lo que hay adentro hasta querer el segundo ilógico que se vuela porque se tiene que ir y las fronteras que se cruzan cuando no se puede volver atrás.

Cuando se decide no volver.

Y en la otra caja guarda a la Clara absurda. La que le hace preguntas a su historia cuando se escucha pensar y no está bien. Es la locura, absolutamente toda la locura absurda que pesa, que le pesa cuando se deja mal llamar por las tonterías del querer y lo que viene después (...) El divorcio de los sentimientos cuando al final siempre sucede.

Entonces se sienta en una esquina de su caja extraña a aplaudir el resultado del primer round que la acaba de romper toda.

La cara, las piernas, el estomago, el ojo derecho, el labio inferior y las ganas. Las ganas de todo.

Se sienta a aplaudirse.

A aplaudirse bruscamente para poder olvidar el error que inevitablemente va a volver a repetir en un par de días por culpa de su afición. Su afición tonta, loca y absurda de querer intentar querer y querer pensar que con el tiempo se puede enseñar a querer.

A quererla.


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