Como Adán y Eva
Vamos a ser amantes como Adán y Eva porque te voy a sacar una costilla y
me haré un cepillo para desenredar los pensamientos que te van a
enredar a mi cintura. Seremos amantes de barro y te moldearé con el
fuego que yo encienda. Seremos un ser
con dos individualidades, un hombre y una mujer, dos animales, dos almas
que se cruzan y se hacen energía. Seré tu mascota más sumisa, tú mi
esclavo espartano y te sujetaras de mis manos y nos ataremos las cadenas
y después también las venas y los corazones se sincronizarán para latir
al mismo tiempo, para amarnos con acuerdo. Seremos Adán y Eva
especulando amarnos, salpicando con pretextos para volver a tocarnos.
Seremos dos amantes desnudos frente a la nada y en la nada plantaremos
lo que nos salga del cuerpo hasta que las ganas se frenen, hasta que
abras tus ojos. Hasta que me mires fijo. Hasta que te me metas adentro.
Hasta que no quieras salir.
Desespera
Es el olor de su sombra que no le llega a los labios, por eso desespera.
Por eso no duerme. Por eso no come. Por eso se pone toda nerviosa, por
ese olor que se le olvida.
Voy a comerme tus ataduras
Voy a comerme tus ataduras y las que
no, me las fumaré. Absolutamente todas, empezando por las que no te
dejan despegar y las que te llevan a donde no quieres ir. Voy a
empezar despacio, no te vas a dar cuenta. Voy a comerme todas, la que
te sujeta los pies y la que te ata las manos. Voy a comerme todos los
caparazones que te echaste encima estos últimos años y el resto me
lo fumo. Voy a desprenderte de todo lo que te ata y te voy a remontar
conmigo a donde se me de la gana. Voy a liberar tu corazón a base de
esa confianza que traen los besos, el autoestima de las caricias, la
paz de una sonrisa y así despacito, voy a comerme tus ataduras y te
dejaré desnudo atado a mi cama sin soga ni cadena, sino con ganas.
Unas ganas terribles a querer atarte a mí.
Helena tenía sexo
Helena tenía sexo para evitar la luna llena estrellarse contra el suelo. Jugaba al amor que no le quedaba en el cuerpo, ni una pisca de lo que sintió. Ni la más remota cosquilla, ni el escalofrío más perdido, ni rastros de los orgasmos encantados que una vez se paseaban por su asfalto. Solo era sexo. Sexo seco sin saliva. No había besos ni caricias, solo sexo del resto de un amor que se cayó adentro de un cráter y del cual no volvió a saber. De eso hace ya muchas fuerzas por volver a remontar la luna. Y en el espejo de su mente no había nada de qué hablar solo sexo de un amor que se estrelló adentro de un cráter de una luna que no remontó. De una luna llena que se estrella contra el suelo mientras solo tiene sexo igual que cuando resuelve un crucigrama sola en la cama.
Hadas con mandarinas
Como una Cenicienta sin cuento y sin magia, con carrito de supermercado a
34 grados. Como Blanca Nieves pero sin príncipe ni manzanas, con resaca
y zumo de naranja. Como Rapunzel sin torre y con turno en la peluquería
así es mi cuento de hadas con mandarinas.
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