Teresa inepta, alterada y mal humorada

Brooke Shaden
Inepta (...)

Alterada (...)

Mal humorada (...)

Así se amaneció Teresa cuando todavía había noche del otro lado de la ventana y ganas por debajo de las sábanas y sobre la almohada. Ganas de pegar la cara a los sueños y disolverse entera sobre la cama.

Inepta. Alterada. Mal humorada (...)

Así se salió de ella cuando salió de recorrida forzada por la ciudad, por la ciudad  hacia la rutina imaginando un camino sobre un muro que la transporta a la luna.

La misma que una vez la tuvo enamorada.

Enamorándose.

In love.

Después vino un mar, uno que vio un par de veces y en el que no se mojó jamás. Jamás de los jamases. Y de nuevo se vuelve inepta, alterada, mal humorada y aparece una ansiedad que no la deja pensar. Ansiedad que se hace adrenalina, que sale de su inercia estática que le genera ahora mismo una alteración mental que le duele por debajo de los pelos de la cabeza.

Un faso, una botella de vino. Un sabor que no encuentra. Esa sal de ese mar que no la sala. Tampoco la mojó. Una parálisis que la tiene atrapada. Quiere eso que ve dentro de su cabeza cuando sueña.

Un ladrido de dragón que la despierte.

Que la queme.

Que la queme entera.

Una cama que no la atrape. Viento en la cara que la haga llorar. Llorar hasta secarse. Secarse desde los pies hasta la punta de los pelos. Sentir el sabor a tierra mojada y querer comerse la tierra. Chuparse los dedos y volver a enterrarlos en la tierra para chupárselos de nuevo.

Y entonces inepta, alterada y mal humorada se sube con esa maldita ansiedad y esa adrenalina absurda que la tiene alterada, se sube al columpio imaginario que hay detrás de su cabeza cuando sueña.

Y cuando sueña se ve vestida con palabras redondas y números sietes. No baila tango de noche y le da lo mismo. No le inspira lo intelectual y le da lo mismo. No le atrapa la formalidad y le da lo mismo y lo mismo le da no moverse mientras se le oxida la cabeza durante el día.

Es que Teresa no tiene hoy, sobre todo hoy, ganas de revelaciones importantes. Tampoco de cocinar y no quiere hablar de nada.

Hoy Teresa no quiere situaciones complejas en su cabeza, en su cabeza que tiene ganas de soñar.

Entonces el tiempo, o sea hoy, se vuelve inepto y alterado y por eso Teresa se guarda una vez más las ganas de provocar alteraciones, por miedo a romper situaciones. Las situaciones de Teresa.

Y planea detrás de sus ojos, de sus ojos cuando los apaga, una huida nocturna a un mundo alterado donde el movimiento finalmente la atrapa. La enrosca. La moja. Se la come entera: árboles verdes y un cielo naranja. Teresa recostada o caminando o arrastrándose (...) da los mismo. Teresa anda.





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