Sonora and Her Diving Horse. Calgary Stampede 1925. |
No hay nada más bonito que el momento preciso cuando la noche crea al día, que la despedida volviendo al encuentro y la cara que deja huella. No hay nada más particular que una sonrisa imprecisa, que un beso pensado antes del salto o un aroma inventado de un recuerdo casi olvidado.
No hay nada más simple que una línea negra en una hoja blanca, una caricia en la mano que dibuja un círculo bien adentro y círculos que son soles que calientan como caricias.
No hay nada más espléndido mi querido Lucio, dijo Ana, que el hecho intencional de llenar los pulmones con aire fresco cada día para no dejar nunca de suspirar.
Luciana Salvador Serradell
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