Miriám, una puta argentina

Básicamente esta es la historia de Miriam.
Tiene treinta y cuatro años, y cuando le preguntas ¿Profesión?. Me respondió: “Puta”. ¿Prostituta?. “Sí, puta”. Automáticamente uno asocia lo bueno de las cosas por el precio, y le pregunté: ¿Cuánto cobras?. Ella me respondió: “¿El turno?”. Sin saber sabiendo le dije ¿Turno?. Y dijo: “Depende de lo que haga. Puedo hacerte todo o puedo...”. La interrumpí, sabía hasta donde llegaría la respuesta de esa pregunta, quería evitar mi incomodidad porque también soy Hipócrita Sociedad.
Eventualmente la cabeza procesa ideas por analogía de haberlas escuchado en algún programa de TV, le dije: ¿Te gusta lo que haces?. “¿A vos que te parece?”. Quería evitar con ella las respuestas con pregunta. No quería que conociera lo que pienso, solo quería saber que es ser: Puta Argentina. Y le respondí: Siempre se están arrepintiendo de lo que hacen las prostitutas, ¿Vos?. “No soy una puta arrepentida. Es fácil, Si estuviera arrepentida no estaría acá dando la cara. Y mirame, soy una puta sin arrepentimientos de pie a cabeza”.
Esta es Miriam. Medias Cocot. Me pregunto si tiene olor a colchón. Disimulada mente acerco mi nariz y huelo. Chanel.
Tiene el pelo recogido. Usa las manos al hablar. Es expresiva, pareciera enérgica. Y cuando habla mira a los ojos. Me pregunto cuantos clientes podrán mantenerle la mirada. Es suave al hablar.
Se acomoda los puños de la camisa, levanta la vista y me dice: “Por lo general son siempre los mismos”. Hago un gesto pero la dejo seguir hablando, no quiero interrumpirla. “Sí, los mismos tipos. Y con el tiempo se va como dibujando esta especie de relación de trabajo. Yo ofrezco un servicio, supongo que él mas criticado: Sexo. Y ellos cuando quieren sexo vienen a mí”.
¿Y que opinas de tus clientes?. “Hay de todo, pero son unos pobres infelices. Se supone que yo soy la que tiene que dar lástima porque me revuelco por plata, pero no te creas. Los que dan lastima son ellos”.
¿Por qué decís eso?. Me vuelve a responder con una pregunta: “¿Por qué crees que existen las putas?”. Respondí con dos frases armadas: Naturaleza humana e instinto animal.
“No, no... vos pensas como todos y no ves mas allá que la carne de la persona”.
No entiendo, respondí.
“Que lo que hace que yo mantenga mi laburo no son las ganas de buen sexo, sino la falta de amor”. Pregunté: ¿Por?. “Casi todos mis clientes están en pareja. Si estuviesen enamorados no estarían en mi cama”.
Entiendo.
“La puta hace creer que da un poco de amor con olor a guita. Somos actrices pero con sexo en el guión”.
¿Acaso alguna de todas las actrices que conocemos no tuvieron sexo por un guión?, Le comenté.
Ella solo sonrió.
Hipócrita Sociedad.

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