Lo exquisito de Marina

Oleg Oprisco
Qué exquisita melancolía saber que no te querré nunca más. Nunca más a partir de hoy. Nunca, asintió Marina en el metro de las tres. Y que puedo al fin desajustarme con dolor cada uno y todos los pensamientos recurrentes, esos que me obligaban a atarme a tu quererme, a tu siempre quererme malo. 

Qué exquisita nostalgia saberte perdido mañana en un recuerdo que hoy entierro ahora y acá mismo para dejar de tenerte dolor. Para dejar de quererte con amor. Para desatarme de tu siempre quererme malo y mi más sincero quererte bueno.


Luciana Salvador Serradell

Alicia no fue invitada

Alfonso de Castro

Alicia vive feliz en el país de las maravillas, en un rincón del Gran Buenos Aires. Se despierta en Ciudad Evita, en un castillo fantasma de chapa y cartón. Acumula 13 veranos sin sol pero parece no importarle la falta de recreo, de un chapoteo inocente, de una mano que la sujete y que cuando lo haga, lo haga fuerte. 

Hace un rato largo que Alicia cambió vacaciones por terremotos. Planes por supervivencia. Escuela por porquería. Comidas por mates. Y mientras la yerba empieza a perder sabor, estrena como ayer esas intenciones dulces que se le caerán sin que se dé cuenta en un semáforo, al borde de la calle o quién sabe dónde. Igual mañana, cuando la resaca de hoy le coma la cabeza como lo hace ahora y se canse de llorar, volverá a resucitarlas. 

Es que Alicia quiere ser alguien mejor pero no alcanza el precio. Y este martes un poco raro, la llevará con los ojos cerrados a mil rincones hasta hacerla estallar, buscando esa posibilidad de princesita que lo más probable no encuentre. Que no encuentra aunque le declare la guerra mil veces y mil veces más a la mala suerte. 

Por eso suele poner en penitencia a las maravillas, sobre todo cuando se pelea con sus miserias. Es que en su castillo de chapa y cartón, Alicia se viste con ropa regalada, se peina con un cepillo viejo y dibuja con miel la verdad. Esa que dice que todas las Alicias viven en un país con maravillas y a ella nadie la invitó.

Luciana Salvador Serradell


El escenario en el que dejó de actuar

Sere Verde
Hay un escenario en el que dejé de actuar cuando la lluvia me hizo resbalar y de tu mano me tuve que soltar. Hay un espectáculo que no es el mío cuando entras a tu casa y está ella y yo no estoy. 

**

Y una película que es sólo tuya y no me tiene. Y pensamientos que tampoco, esos que son despacio y fugaces y te duran una vida como la mía que es de sal y ya tuya de azuzar y el mar que nos derrite antes de poder volver a estar.

Es esa canción en la que no estoy. Un ritmo que no es para mí. Un suspiro que no es por mí, un beso que es exacto para los secretos de otros labios que no son míos porque los míos están aquí, en Madrid.


***

Hay un hilo rojo que no nos ata ni la conciencia de lo que nunca fue y pudo haber sido. Hay un abismo tan tuyo y tan mío que cada vez que intento saltarlo quiero caerme en lo inmenso de todo lo que fuimos cuando nos quisimos.

****


** Y estoy aquí pensando en todo eso que te da vueltas cuando las vueltas que diste te atan a lo que perdiste.

*** Y estoy aquí jugando al juego de revivir los recuerdos que están muertos cuando tengo ganas de volver a vivir.

**** En lo insondable del amor cuando ya no es amor y se vuelve un hondo dolor de corazón, de corazón roto.

Luciana Salvador Serradell
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...