Las mujeres hablan de amor y los hombres de sexo pero Helena lo hace de los dos. No tiene pelos en la lengua, tampoco en el pubis. Helena se depila el sexo para tener historias de amor sin enredos. Cuando habla de amor se le estremece algo adentro, Helena pensaba que era su estómago pero el cardiólogo le explicó que es su corazón. Cada vez que habla de amor el corazón de Helena bombea tan fuerte que hace que sufra hipertensión. En cambio cuando habla de sexo lo que se le estremece es la vagina y mucho. Como le sucedía bastante seguido Helena pidió consulta en el médico. La ginecóloga le explicó que no es la vagina lo que se le estremece, sino el clítoris entrando en convulsiones. Helena tiene el clítoris tan directamente conectado a su cabeza que éste puede ver lo que Helena piensa cuando habla de amor, pero sobre todo sentir lo que Helena piensa cuando habla de sexo.
Como Helena se sabe una bocazas pensó que sufría de incontinencia verbal y, habiendo quedado demostrado científicamente que su desenfreno a la hora de pensar y hablar alteraba a su sexo y sobre todo a su corazón, consultó al psicólogo. En la primer visita Helena le explicó que como tiene la azotea sin techo, no filtra. Que puede hablar de amor y de sexo por igual, le explicó sobre su hipertensión y sus convulsiones. Que su corazón y su clítoris están muy conectados a la parte del cerebro donde se almacenan los pensamientos y, que por eso cuando habla puntualmente de sexo o de amor su corazón y su clítoris cobran vida propia. La especialista que era mujer, le recetó sábanas de seda negra, una sola copa y una botella de vino Cabernet Suavignon, velas, Jazz, chocolate amargo, fresas frescas de Aranjuez y una charla privada y sin desenfreno con su cabeza, su corazón y su clítoris, puertas cerradas.
Como Helena se sabe una bocazas pensó que sufría de incontinencia verbal y, habiendo quedado demostrado científicamente que su desenfreno a la hora de pensar y hablar alteraba a su sexo y sobre todo a su corazón, consultó al psicólogo. En la primer visita Helena le explicó que como tiene la azotea sin techo, no filtra. Que puede hablar de amor y de sexo por igual, le explicó sobre su hipertensión y sus convulsiones. Que su corazón y su clítoris están muy conectados a la parte del cerebro donde se almacenan los pensamientos y, que por eso cuando habla puntualmente de sexo o de amor su corazón y su clítoris cobran vida propia. La especialista que era mujer, le recetó sábanas de seda negra, una sola copa y una botella de vino Cabernet Suavignon, velas, Jazz, chocolate amargo, fresas frescas de Aranjuez y una charla privada y sin desenfreno con su cabeza, su corazón y su clítoris, puertas cerradas.
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