Orquídeas para Raquel
Quería subirse a su espalda, que él
la voltee de prisa y se suba a la de ella para tocar la luna con los
pies. Volar la cabeza. Escaparse del tiempo. Sujetarse las manos.
Besarse. Morderse, morderse hasta los huesos. Que le dibuje toda una
galaxia nueva uniendo con su dedo índice los lunares que Raquel
tiene en su espalda. Quería hablar de ella, del espacio infinito que
hay entre ella y la felicidad. Sobre las fronteras que tuvo que
cruzar y a donde no quiere regresar, sobre los olores, sobre los
abismos que siente cuando se siente mujer. Sobre el sol que siempre
sale, la ambigüedad de las situaciones. Sobre los milagros y el
milagro de encontrarse. Sobre pensarse, imaginarse. Sobre él y sobre
ella. Quería hablar de todo y de nada con tal de encontrar un motivo que
no lo deje ir. Una razón para que él se quede. Es que Raquel solo
quería mostrarle su jardín secreto, el que nadie conoce y al que se
llega acariciando sus piernas. Regalarle margaritas y orquídeas. Volver a acariciarlo y que la acaricie. Pero
lo besó muy de prisa y él se asustó. E igual que el resto, no supo ver. No vio que Raquel
no busca motivos de más, solo se quiere volver a a enamorar.
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1 comentario:
Excelente. Hace tiempo que te leo, me he vuelto tu seguidora. En muchos de tus relatos logras poner en palabras lo que me pasa. Felicitats.
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