Como un gato que ladra al colchón desde la ventana, como un cajón que se cierra cada vez que lo abro, como un poco de viento fresco que se queda con todo. Una silla rota que camina y se mueve, un clavo que se tuerce y cuatro cubos de hielo derritiéndose en un plato con sopa caliente. Un lápiz rosa que pinta verde, un teléfono sin línea, una muela que duele y no nace. Como la cuerina de un bolso de cuero, como el suero placebo de un enfermo terminal, así me despido de usted para empezar de nuevo.
Para empezar de cero.
Luciana Salvador Serradell
1 comentario:
Me quedo con el lápiz rosa, siempre que no haya un adiós.
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