Por esa falta de respeto, te levantas Luciana


Por esa falta de respeto que hace que todo duela cuando duele todo, te levantas.

Por cada una de las mentiras que te comiste con los ojos cerrados y el corazón abierto. Abierto. Tan abierto. Abierto de par en par queriendo hasta el punto rojo del infinito. Te levantas.

Te levantas.

De pie y arriba. Contando de uno en uno los engaños que te cantó al oído suave, suavecito y con caricias en la cocina de la casa nueva, en tu patio de flores blancas, en el comedor con la mesa puesta o paseando el perro que ya no te recuerda. Te levantas.

Te levantas y no olvidas para jamás permitir que el desprecio te vuelva a peinar la cabeza con trenzas que duelen. Te levantas por el menosprecio con el que empapeló tu manera de querer. Tu querer tan alegre, sano y bonito, te levantas.

Te levantas MUJER.

Por la humillación con la que te arrinconó con todos los recuerdos con los que te manipuló, te levantas. Te levantas firme, con las rodillas rectas y la mirada hacia adelante.

Por la frustración en la que te empujó por la espalda de tu querer sincero, te arrastró por los pies que solo saben ser fieles, te arrojó desde lo más alto de tu cuidar honesto, te embarró de sus frustraciones para apagarte tu luz y te vistió de miedo, culpabilidad y tristeza para él librarse de lo que es. Lo que realmente es.

Primero te sacudes la ansiedad, la ira y esas horribles ganas de llorar y te levantas. Siempre te levantas mujer. Siempre que si no lo haces tú, aprendiste que nadie lo hará por tí.

Por el dolor que te regaló por eso de sacarte de tu propia vida y regalársela a otra, te levantas. Te levantas Luciana. Que todo eso que construiste ya no te pertenece y lo que toca ahora, será una vida bonita mujer. Una bonita vida.

LSS


Lo espectacular de Karla

Quise jugar a hacer algo espectacular. A comerme el mundo de un bocado sin respirar. A tocar el sol con los dedos. A regalarme todas las promesas que me vine haciendo por eso de especular y siempre salir perdiendo. Siempre.

Quise dármelo todo. Todo. Merecérmelo por el pasado que me aplasta y este presente tan efímero que me obliga a lo liviano de los pensamientos pesados para poder caminar. Respirar.

Quise dármelo todo por el futuro que no me conecta con mi necesidad tan torpe de querer estacionar lo que siempre pierdo. Lo que siempre olvido. Lo que se va. Lo que nunca llega.

Quiso hacer algo increíble. Para ella. Para aprender que no es hacer. Que lo espectacular, lo increíble es Karla. Es ella. Es ella cuando lo pierde todo y esa torpeza tan simple de intentarlo siempre. Volver a intentarlo de nuevo cuando todo sale mal.



Luciana Salvador Serradell


Los derechos de Marta


Por derecho eras para mí. Tan para mi como mi oreja derecha y el sabor a limón cuando me entra. Cuando lo trago. Como las ganas de no contarte mucho ahora que no somos nada y esas líneas que se me dibujan aquí por eso de que ya llevamos años, uno cuantos dando vueltas sin querer coincidir. Por derecho eras para mí. Tan así como las ganas de que suceda lo que no está planeado cuando hacemos todo lo que queremos.

Por derecho eras para mí. Como mis dedos. Mis brazos. Mi columna. Mi ombligo. Mis piernas y mis pies. Tan mío que me olvidé de que yo no soy de nadie y me dejaste ir, es lo que jamás le dijo Marta al oído cuando nunca se encontraron.


Luciana Salvador Serradell





Con “m” de amor y Martina




Suena el teléfono y Martina no lo atiende. Tampoco el timbre de la puerta y ese pensamiento que se vuelve denso cuando lo quiere apagar.

A Martina le pasa que los domingos se da cuenta de todo lo que quería hacer y ese punto final de mandar todo al carajo, que le pone a todos sus principios antes de empezar. Y entonces Martina a las siete entra en crisis.

Ahora.

Toma aire. Como en un ataque de pánico mental. Y culpa a todos mientras reparte reproches personales al teléfono que suena, a la puerta que golpean, al pensamiento denso que le huele a suavizante y le molesta.

A todos.

Y a todos les grita con esas fuerzas, esas fuerzas tan de adentro suyo que no se gastó en todo lo que quería hacer hasta que se da cuenta que es ella la culpa.

¡Soy yo!

Soy yo la que se aparta de lo planeado y no porque otro me empuja, si no porque voy tanteando. Martina va probando eso de qué tal y si mientras tanto, por ello menos mal que hay días negros para ver las cosas claras, pensó.

Por Luciana Salvador Serradell


El aburrimiento dedicado de Marta


No te puedo prometer nada porque a los dos días me aburro de quién soy y de todo lo que siento cuando no estoy contigo.

Del aire de tus besos que se vuelve denso y no quiero que sean míos. De tu mirarme tan tuya, tan excesivamente tuya cuando no quiero ataduras. De tu querer sostener mi mano cuando pienso en no tocarte. De tu sonrisa más sincera y mi risa tan falsa

De tus ganas de querer meterme en tu mundo rotundo cuando quiero ahogarme en las indefiniciones del mío. En mis líneas de lo absurdo. En mis mañanas sin realidad. En todo esto que te puedo dar mientras me dura la Marta que fui ayer. Que hoy no quiero ser.


Luciana Salvador Serradell


La noticia de Olga

Alfred Stieglitz


Ayer viernes recibió una nota escrita con palabras suaves, de esas que lastiman sin doler, diciendo que se va a morir. No ahora, tampoco mañana o inmediatamente pero pronto. Igual que cuando murió él. Se pierde, se deshidrata y no se acuerda de muchas cosas y todo deja de existir, como si nunca hubiera vivido.

La noticia de la carta la inundó un rato largo y después se olvidó.

Se olvidó hasta el día siguiente cuando leía un libro sintiéndose completa con el sol dándole en el cuerpo. Con el calor en la cara. Con las cosquillas del día. Con el aire de estar viva. Con la certeza de ser ella.

Pensó en el pelo rojo de una amiga, ocurrencias cuando dejas volar la mente.

Y de golpe le vino la noticia que se iba a morir. Se levantó por un vaso de agua y recordó que sólo ella es la que conoce los nombres de todos los muertos. Desde su principio hasta el final. Y que ella se los sabe a medias y otro tanto se los inventa, pero es sólo ella quien conoce su pasado con exactitud y no lo dejó escrito. No lo dejó escrito en ninguna carta, en ningún papel.

Olga bebió agua y volvió al sol llena de preguntas sobre nombres e historias, sintiéndose más vacía que nunca.


Luciana Salvador Serradell












La oda de Marina a los animales que se van

Katerina Plotnikova


Tan mala es la gente cuando no sabe ver lo inmenso de la vida, de tu pequeña y gran vida y el segundo exacto en que todo empieza a doler por eso de tu ingenuidad animal de no poder hablar.

Que mala es la gente. Que mala es la gente que no te supo abrazar, que no te supo cuidar. Que no te supo querer con la misma sinceridad con la que tus ojos se rindieron para dejarte partir. Para no estar más aquí. Para dejar de sufrir.

Que mala es la gente que se olvida de querer las cosas bonitas de la vida, al prójimo, animales y plantas. Que mala es la gente, pensó Marina esta mañana justo después de ver el Instagram y dos vídeos en YouTube.

Que mala es la gente, suspiró de nuevo Marina en su cabeza y pensó en voz alta qué hacer para compensar eso de los desequilibrios de mucho querer, con el corazón abierto y los ojos llenos de lágrimas, y el poco hacer detrás de una pantalla y el botón del play

Que mala es la gente.



Luciana Salvador Serradell
Mi oda a todos los animales que son asesinados por su piel. 
No usen abrigos de piel. Investiguen en Internet la crueldad con la que son asesinados. 
No alimentes esa industria.
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