Me hubiese gustado ser una de esas mujeres complejas, sumamente interesantes, con una vida cosmopolita entre Nueva York y Milan, anteojos y vestidos con strapless, zapatos taco chino con maquillaje original, olor a perfume, turno en la peluquería todos los jueves y en la cartera la última Vogue; pero no. Un día me hice simple.
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