Elena Vizerskaya |
Respira hondo. Más hondo. Hasta que las paredes del estómago se te peguen y apaguen. Hasta que se te vean los huesos. Lo que hay adentro y lo que no se ve. Hasta que no te quede nada de lo que no eres. Hasta que te quedes vacía de todo lo que no te llena.
De lo que asfixia. De lo que no eres. De lo que probaste y no te gusta. De lo que no te importa. De la que no eres.
Respira hondo Paula. Más hondo. Respira con fuerza. Más fuerza hasta que la garganta se te seque. Los ojos te lloren. Las manos te transpiren. Tragues saliva.
Te rompas en mil pedazos.
Hasta que el aire te raspe por dentro para desprenderte de lo que pesa sabiendo que lo sobra no eres tú. Respira hondo una última vez y que sea tu primera vez para que no vuelvas a olvidar quién eres.
No lo olvides nunca Paula. Que nada ni nadie te distraiga de lo que te habita.
Luciana Salvador Serradell
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