Las mujeres aman diferente, el nuevo libro de Luciana Salvador Serradell

¿Las mujeres aman diferente? ¿Cómo se abre el corazón de Carolina y en qué juegos se enreda el de Victoria? ¿Cómo se cura Lucia y cuánto puede soportar Eva? ¿En qué lugar se perdió Olivia y cuándo fue qué Carmen oxidó?

Carolina, Victoria, Lucia, Eva, Olivia o Carmen son algunas de las protagonistas que cobran vida en el último libro de Luciana Salvador Serradell, Las mujeres aman diferente. Se trata de una antología de cuentos y relatos cortos sobre el mundo del universo femenino, sobre sus miserias más absurdas y que lastiman, el despertar y la búsqueda de la felicidad.

El libro está disponible para su compra en el portal de libros www.lulu.com.
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De esta manera, Las mujeres aman diferente se suma a la lista de obras literias ya publicadas por Luciana Salvador Serradell, entre las que se encuentran cinco microrrelatos (Editorial Intangible) y que forman parte de la Colección 5`, una recopilación de obras originales e inéditas especialmente concebidas para e-books. Los cuentos publicados son El despecho de Ana; El funeral de Lola; La mala educación de Mariana; Paula se vacía en el espejo; y Alicia no fue invitada.

La bitácora de cuentos y relatos cortos de Luciana Salvador Serradell, Bosque Luciérnagas www.bosquedeluciernagas.blogspot.com, fue premiada como Mejor blog nacional de creación literaria en los II Premios Revista de Letras, el canal de libros de LaVanguardia.es.

Lo ilógico de la piel


Es ilógico, no lógico como los sabores que a la mente le gustan. Así le camina por dentro, como cosquillas irracionales que le llenan la cabeza de sabores, todos los sabores que se pueden escarbar de las ganas que le tiene. Es también irracional, no racional como la presión fuerte que siente en el estomago. Así se le mueve por dentro, como escalofríos que se pasean por la piel erizándola para después encogerla hacia ese deseo que la controla ahora. El del apetito, el capricho y el anotojo que provoca la química de los cuerpos que se atraen como imán. Tan demencial, tan alucinante, tan caótico e igual de increíble como la contracción y la dilatación que hace el corazón cuando empieza a existir.

El cachondeo del amor

Se despertó a las diez y era la primera vez. Ismael cantaba a Ismael y de las sábanas salió oliendo a mermelada de arándanos y fresas, la piel suave y los pulmones llenos de aire. Se lavó la cara sin querer, los dientes también. Un café negro y se sentó frente a la ventana del comedor a volverlo a oler, del otro lado del vidrio se pasea un pez con siete patos. Una nave espacial se da la bienvenida en la acera y hombrecitos de otro lugar pasean en bus. Y el tiempo canalla, el que la dejó con ganas de más, colgó su reloj en ese cuadro de Picasso y se fue de vacaciones a Málaga.

¿Quién dijo que la felicidad no se puede comprar?

Alfred Eisenstaedt
- ¿Quién dijo que la felicidad no se puede comprar?, se preguntó apenas despertó y antes de comenzar la ceremonia comercial.

De haberlo preferido, hubiese sido con almendras pero de todos modos eligió chocolate, dos kilos y medio alcanzarían para llegar al final acompañado de un sabor dulce. Después compró alegría en colores con tonalidades verdes y con rojos y cascadas de naranjas que colgaría al lado de la ventana. Un cuadro hermoso que costó una bestialidad pero emana esa sensación pegadiza que tienen las acuarelas cuando saben describir lo que los ojos quieren ver y lo que el corazón necesita tener. También se llevó perfume a brisa marina para inventarle al olfato una excusa inducidora al cerebro e invitarlo a la tranquilidad del mediterráneo, aunque lleve años solo pisando asfalto. Sábanas suaves que lo arropen en seguridad, toallas de algodón que lo acaricien con amor y masajes capilares para descargar ganas y lo saquen de sí mismo. Zapatos nuevos, camisas y dos pares de pantalones que desorienten a las endorfinas y sirvan de placebo para su adrenalina. Dos horas en el cine y una cita con todos los espectadores y actores aunque vaya solo. Cuotas de azúcar recetadas en dosis de Coca Cola cada dos horas, la posibilidad de un pasaje de avión a algún lugar y un televisor inmenso que le hace compañía, habla y canta. Y después de tomarse ese helado de chocolate, bien al final y antes de irse a la cama, se toma una pastillita mágica que lo pone a dormir en cuestión de segundos para evitarse pensar en la posibilidad, en la pregunta que podría no dejarlo dormir.

No un día cualquiera en la playa

Alfred Eisenstaedt
- Nunca me sentí más viva, dijo.

Unos minutos después se levantó algo de viento, esa brisa marina que sabe acariciar cuando el sol pega de frente. Ella dejó que la abrace y la sensación de estar viva se transformó en un escalofrío lleno de adrenalina que al final la invitó al mejor día de su vida.
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