Se para de golpe. Cierra los ojos. Luces. Esta mareada. Luces de todos colores. Sigue mareada. Una necesidad asquerosa por vomitar le recorre la garganta pero no vomita. Se sienta. Siente saliva en su boca. Asco.
Un embarazo no deseado le crece adentro. Un feto que le es repugnante. Innecesario en su vida. Un error.
Una noche sin preservativo. Un preservativo mal puesto. Pastillas anticonceptivas que dejan de funcionar. Y ahora le crece un hijo que le causa mareos y desearía poder sacárselo por la boca en un vómito y escupirlo en el inodoro. Apretar el botón y dejarlo desaparecer. Que nadie se entere, ni el feto mismo que no tuvo chance.
En la televisión un grupo de manifestantes feministas: ¡Sí al aborto!. ¡Las mujeres tienen derechos!. ¡Sí al aborto!. En su escritorio dos carpetas y un libro de derecho: “Etica”. Una foto de él. En su mente unas ganas tremendas porque sea martes.
Las luces no paran. Azules, blancas. Puntos blancos en la vista. Mareada. Disimula.
Lunes
Ella se pierde en la noche, y aunque la noche es muy bella ella le esta pidiendo a Dios que la perdone aunque sabe que no hay Dios que perdone. Quiere mas a su vida aunque cargue con esa herida. Llora. La almohada se empapa. No hay arrepentimiento.
Martes. Seis semanas de embarazo.
Busca la muerte. El procedimiento toma aproximadamente 10 minutos.
Entra. Se desnuda.
Le lavan la vagina con un antiséptico y le inyectan un anestésico local dentro del cuello del útero.
4 Minutos de vida. Se hubiera llamado Carolina.
La abertura del cuello del útero se distiende gradualmente.
3 Minutos de vida.
Uno por uno se introducen en la abertura del útero una serie de dilatadores que son cada vez más gruesos.
2 Minutos de vida.
El más grueso tiene el grosor de una pluma fuente. Los dilatadores van absorbiendo los fluidos del área de la abertura y estirándola se van expandiendo.
1 Minutos de vida.
Se le da Misoprostol para suavizar el cuello del útero.
Después que la abertura se ha dilatado, un tubo, conectado a una máquina de succión, se introduce en el útero.
La máquina succionadora se conecta y el útero comienza a vaciarse suavemente.
Para asegurarse que se ha vaciado totalmente el útero después que se le retira de succión, con una cureta (gancho metálico angosto) se le raspar cuidadosamente las paredes del útero.
Las heridas nunca curaron. El tiempo pasó y no puede devolver lo que robó: una vida.
La excusa era perfecta: “Tengo derecho a abortar, es mi vida”. Ahora esta confundida. No era su vida, es la vida de otro la que mató.
Las heridas nunca curaron. El tiempo pasó y no pudo devolver lo que robó: una vida. Entre todos la mataron y ella sola se murió.
Aunque el mayor crimen está ahora, no en los que matan, sino en los que no matan pero dejan matar.
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