Aëla Labbé |
Y un día me enamoré de tu manera de enamorarme y se sintió tan bien, como cuando la música inunda nuestra habitación si un sábado decides cantarme. Y el oído se pone sensitivo y el corazón se estruje para sacarse de adentro todo lo que el amor entre dos provoca.
Y entonces te pregunto si esto será para siempre.
Y te acercas.
Y me miras.
Y me acaricias la cabeza y siento tus manos y me dices que sí y me ato a tu promesa porque no hay otra cosa que quiera más que estar contigo y entonces el mundo se desvanece. Nuestra habitación desaparece, la música se pierde, las paredes se caen y los cuadros y las seis plantas. Las alfombras se borran y los almohadones y todas las sillas y las dos mesas. La luz se vuelve más luz, el piso flota. Nuestra distancia se une, la piel se me eriza y el aire se llena de tu olor y te miro y me miras. Y todo esto siento cada vez que te acercas.
Te acercas y me besas.
Luciana Salvador Serradell
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