La infección

 

Bienvenidos a la tierra de la maravilla artificial. La exclamación más sincera entre la hipocresía cotidiana, la exaltación justa al estimulo generado porque no siempre el impulso interno desarrolla la motivación necesaria para creer. Las ganas arrebatadas en una pelota que salta y explota. Fue la explosión al compromiso interno de creer en lo único que era cierto. Igual el engendro persiste y atrapa hasta al más erudito que se pintó de color verde la frente. No hay sonidos sinceros, no sale nada de adentro hacia fuera sino que todo viene de afuera y genera lo que hay adentro. Lo interno es producto del contacto externo.
Ni los guantes más calidos de algodón te preservan de la infección mortal que corrompe lo puro. Hasta el primer llanto era todo ideal en una burbuja adentro de otra más grande. Y plop. Explotó y la infección comenzó.
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