Yo, aquí y ahora


Estoy aquí y ahora y no podría estar en un lugar mejor que este. Aquí, en algún de la tierra donde mi corazón es mi hogar y mi cabeza anda suelta. Tan suelta que ayer se desmelenó y no logré ordenarla. Ahora soy yo, mi caos y mi cabeza suelta. Mi caos y yo desmelenada, sin más. Y es aquí y conmigo donde solo mis ganas pueden salirse. Salen y se expanden por mis dedos y mis uñas recién y mal pintadas de rojo. Aquí, donde mi cuerpo se deforma y transforma en todas las historias que se asoman y en todas las historias dejo parte de mi cuerpo, como la que tiene hijos. Y es que tuve varios y a todos les puse un título bonito. Estoy aquí y ahora y no podría estar en un lugar mejor que en este envase con dos ventanas, mis ojos marrones, y un cerebro gris que me deja viajar sin GPS a lugares que nunca apareceran en Google Map.

Las sábanas de Helena


Las mujeres hablan de amor y los hombres de sexo pero Helena lo hace de los dos. No tiene pelos en la lengua, tampoco en el pubis. Helena se depila el sexo para tener historias de amor sin enredos. Cuando habla de amor se le estremece algo adentro, Helena pensaba que era su estómago pero el cardiólogo le explicó que es su corazón. Cada vez que habla de amor el corazón de Helena bombea tan fuerte que hace que sufra hipertensión. En cambio cuando habla de sexo lo que se le estremece es la vagina y mucho. Como le sucedía bastante seguido Helena pidió consulta en el médico. La ginecóloga le explicó que no es la vagina lo que se le estremece, sino el clítoris entrando en convulsiones. Helena tiene el clítoris tan directamente conectado a su cabeza que éste puede ver lo que Helena piensa cuando habla de amor, pero sobre todo sentir lo que Helena piensa cuando habla de sexo.
Como Helena se sabe una bocazas pensó que sufría de incontinencia verbal y, habiendo quedado demostrado científicamente que su desenfreno a la hora de pensar y hablar alteraba a su sexo y sobre todo a su corazón, consultó al psicólogo. En la primer visita Helena le explicó que como tiene la azotea sin techo, no filtra. Que puede hablar de amor y de sexo por igual, le explicó sobre su hipertensión y sus convulsiones. Que su corazón y su clítoris están muy conectados a la parte del cerebro donde se almacenan los pensamientos y, que por eso cuando habla puntualmente de sexo o de amor su corazón y su clítoris cobran vida propia. La especialista que era mujer, le recetó sábanas de seda negra, una sola copa y una botella de vino Cabernet Suavignon, velas, Jazz, chocolate amargo, fresas frescas de Aranjuez y una charla privada y sin desenfreno con su cabeza, su corazón y su clítoris, puertas cerradas.

Los amores de Olivia

Que profunda era su cabeza que cuando intentó bucearla, él se terminó ahogando. Igual que el anterior, que se cayó probando volar a la par de sus ganas pero no tenía alas como Olivia. Y el anterior del anterior, que se tropezó con su teatro porque no sabía caminar a oscuras como ella. Hubo uno que intentó comérsela entera porque Olivia siempre huele bien. El primero de todos la encerró en un castillo sin saber que Olivia no vive en ningún lado y, el que vino después la dejó sola en su parque y Olivia se fue a la ciudad a buscar compañía. El séptimo quiso domesticarla y el octavo no intentó nada y Olivia se aburrió. El penúltimo le prometió una ilusión para el año que viene y Olivia es de hoy y de hechos. Y el último, el último de todos se olvidó de acariciarla y a Olivia que le gusta coleccionar besos en la cabeza, se sintió vacía y lo dejó.

Miedos express

Que llegue un día cuando una mandarina no me haga viajar con su olor. Que el café deje de ser un momento. Que la inspiración pase a ser pautada. No sentir la necesidad de la música, dejar de asombrarme con la sal y conseguir eso de poner la mente en blanco.

Conversación privada


Si tuvieses que perdonar mis pecados por donde empezarías. Por mi síndrome de abstinencia o la vulgaridad de mis intentos. O sería en la arrogancia de mi lado animal donde, tal vez, analizarías cuál de todas las penitencias me salvaría. Si no es la arrogancia, es acaso mi sosería o mi apatía porque de un tiempo aquí ya no nos hablamos como lo hacíamos. Y me preguntaba qué pasa si mañana no saliera el sol por ningún lugar. Por cuál de todos mis pecados empezarías a interrogarme, acaso por mi necesidad épica de canalizar mis intenciones de vivir o la prisa con que lo hice.

No soltarla jamás

Esta es la historia de la niña con voz de búho que se enamoró del mar apenas lo vio. El ruido de las olas le cantaron al oído una canción de nana para animarla a dejar la orilla. Nunca había estado cerca del mar tan sola, tan sola. Su sal se transformó en compañía, el reflejo en su espejo y dejó que el agua le acariciara los tobillos cuando el mar prometió no soltarla jamás.

Te quería


De verdad te quería. Te quería muchísimo. Con locura. Con demasiada locura. Te quería las 24 horas, de lunes a lunes y especialmente los domingos. Te quería incluso cuando dormía, era ahí cuando te tenía. Pero cómo podía seguir viviendo si la pasión empezaba a quemar. Me estaba quemando por dentro. De verdad te quería, te quería tanto que me prendí fuego. Se me quemó el corazón. Te quería. Ahora ya no te puedo querer más, no tengo con qué.
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