Premios Bitacoras 2011. ¡¡¡Gracias por tu voto!!!

Votar en los Premios Bitacoras.comEsta vez te invito a que participéis también en la votación de los mejores blogs. En 2011 los Premios Bitacoras.com celebran su 7ª edición, premiando a los mejores blogs hispanos. Existen muchas categorías, entre ellas el Premio Mejor fotoblog y Premio Mejor blog personal, y otras más, pero quizás son estas dos en las que encaja mejor Bosque de Luciérnagas.


Puedes votar directamente pulsando en el link o bien manualmente.
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Muchas Gracias a tod@s (de verdad). Gracias por leerme.

El cisne negro de María

La envidia es un cisne negro que duerme desde abril en un cuadro chino falso. En uno que colgó María en la pared más amplia de su comedor color carmín y azul. Le costó un sueldo y medio, podría haberlo comprado en cuotas pero pagó en efectivo. María siempre compra así lo que quiere, cueste lo que cueste. El cuadro del cisne lo quería por su negro azabache, tan oscuro como el pelo largo que la envuelve todas las noches hasta que el ruido irreflexivo de un reloj la despierta. Cuando la despierta la deja sin nada de todo lo que María quiere. Sin las caricias de terciopelo, las plumas y todo el oro. También sin su sueño olor Chanel, le quita su alucinación de un cuerpo acabado por el punto final de la perfección. Se lleva sus proyectos, el de un castillo tan grande que roce el paraíso y la utopía de su mundo color miel. La deja sin la fantasía de la aceptación social en el rincón más burgués de todos. Le arranca su ideal de María, por eso se despierta con la boca seca, con ambas manos cerradas y las uñas marcando la presión que ejerce cada noche sobre las palmas. María cierra los puños tan fuertemente para que no se le escape todo eso que al final no tiene. Por eso el sabor de su saliva que es más ácida que de costumbre. Poco a poco algo la está corrocionando por dentro, algo se está comiendo a María de adentro hacia afuera. El doctor no puede dar con el diagnostico pero María sabe que es la envidia. La misma que colgó en su salón y el motivo por el cual ella se viste en sueños de cisne negro. El más elegante de todos los cisnes, el que no se puede ver de noche y al que le brillan los ojos como a María. El cisne también tiene la garganta seca. Traga la misma saliva ácida que María hasta que un reloj rompe el encanto. Sin embargo hoy a las doce todo se vuelve a repetir porque siempre ha sido así. En el reino de la envida, María es reina.

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La razón del vestido de helio de Luciana

www.albertovega.com/foto/galeria
Luciana encontró esa razón, por eso la viste vistiendo un florero de globos de helio desde que está alegre y una diadema enredadera en la cabeza cuando anda elocuente. Hace ángulos de 90 grados cuando baila y tiene pecas en la nariz, muchas pecas que ya no se quiere cubrir. Ahora sabe a donde ir y camina por las nubes de abril a abril, no trabaja y está feliz. Va saltando de charco en charco cuando llueve, y se pinta a rayas con tiza verde y lila cuando hay brisa. Cuando la brisa sopla fuerte y la despeina. Le despeina el peinado acaramelado de los sábados y también esas estructuras tan cuadradas de las cuales se sujetaba cuando estaba perdida. Perdida pensando que se le iban a morir las ganas si dejaba pasar otro día en la ciudad. Por eso se dejó volar, para no dejar ninguna verdad por buscar y por eso anda feliz. Feliz, tan feliz desde que ya no pisa aquí, desde que ha dado con ese mundo perfecto al que nunca nadie ha entrado jamás. En dónde la música tiene color y los colores son números. Ese mundo circular lleno de sietes y elefantes, de letras con vida. Oraciones que van y vienen en el sentido contrario a la rotación. En dónde la luz sale naranja y se vuelve arco iris cuando a Luciana se le da la gana y no hay rectas, ni recetas. Y los índices y estadísticas se hunden en un mar de sal que lo hace todo simple. Nunca hay última vez, ni necesidad de contar las cosas buenas con los tres dedos de la mano derecha. Los dedos no alcanzan. Por eso está feliz con esos globos de helio y la diadema enredadera en la cabeza. Va tirando oraciones a la mar, va y viene, aquí y allá aunque le digan que a los treinta y cuatro hay que poner los pies sobre la tierra. Poner los pies sobre la tierra y la cabeza atada a un gancho para que no salga volando, y todo eso antes de que sea demasiado tarde. ¿Tarde?, si así es feliz. Luciana es así y no hay nada que cambiar. Feliz porque hay tanta gente perdida por el mundo y ella sabe a dónde ir. Ese lugar al que nunca nadie ha entrado. Es un ruido que ahora suena en su cabeza. Suena a gaitas, a pianos y la atrapa. El reloj va a su tiempo, hay amigos, amores y una lista de cuentas pendientes a punto de saldar. Al final tiene eso que la atrapa tanto y la libera, y es así de simple. En la vida de Luciana las cosas suceden así nomás.

El paraíso terrenal de Gretel

Tan. Tan inocente era Gretel que al final se ganó el cielo más grande. Ese que todas quieren. Tan grande que no tiene tiempo suficiente para contar los metros cuadrados que se ganó, los que ahora habita. Eso le pasó a Gretel. La que caminó torpemente por la calle Panissars todas las mañanas y a los veinticuatro viajó sola por primera vez en metro. La que leyó todos los libros con dibujos que había en la biblioteca. La que no tuvo pena cuando no pudo más, ni vergüenza para pedir ayuda. La que regaló besos que valían más que todo el oro acumulado en un banco Suizo. La que no pretendía en la fila del supermercado y se partía de risa cuando algo le hacía cosquillas en algún rincón lejano al que nadie pudo entrar, ni el doctor. La que tenía miedo cuando la luz se apagaba y jugaba a que algún día, algún día todos serían como las Gretels que ella conocía.
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